sábado, 30 de noviembre de 2013
Conducir no es tan sencillo, ¡ conducir bien, claro!
La carretera repleta de otros coches que van a la suya entre un montón de señales variopintas, triángulos equiláteros, círculos con fondo blanco, lucecitas de colores, ´guardias, cuadrados azules que parecen diseños de Ághata Ruíz de la Prada.
Para colmo, las líneas continuas y discontinuas se deben adivinar en la glorietas ¡qué decir de las miles de glorietas! y encima han puesto orejas para cambios de dirección y sentido.
¡Menos mal que ya tengo el carnet!
- A mi conductora preferida -
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Olor a alcohol
Ahora la casa huele a alcohol de romero – dice mi madre -, sin darme cuenta dejo de mirar, me coloco en otra calle, otro lugar siendo el mismo lugar, oigo ruido de camiones que transitan entre líneas amarillas de la carretera general y allí... una casa compartida a mitad en patio y pateras, un santo visigodo bendiciendo hierático -y sigue - desde lo alto de su hornacina de cal, un rosal que da sombra de espinas y el aljibe que huele a galletas de coco con mermelada.
En estos días los sillones se llenan de sueños, la piel se queda dormida en el pellizco juguetón de la nieta y desde la ventana se ven los higos picoteados y a los gatos tuertos que se esconden entre piedras y escalones.
Ahora, en la casa cuelgan notas neuronales como estrellas de Belén sobre la tele encendida y, la casa huele, sigue oliendo, a hogar.
En estos días los sillones se llenan de sueños, la piel se queda dormida en el pellizco juguetón de la nieta y desde la ventana se ven los higos picoteados y a los gatos tuertos que se esconden entre piedras y escalones.
Ahora, en la casa cuelgan notas neuronales como estrellas de Belén sobre la tele encendida y, la casa huele, sigue oliendo, a hogar.
viernes, 22 de noviembre de 2013
Cuando toma el café con leche deja la cucharilla dentro para sentir su roce en la mejilla, dice que necesita besos, y se sonroja, lo consigue con la misma facilidad que da las gracias por todo.
Me extrañan, pero callo, sus ensayos de otros lenguajes en voz silente, se desprenden argumentos de independencia o soledad entre las palabras.
Mientras sonríe, encorva mi estatura, y me habla y me cuenta las mismas cosas extrañas que cuando aún
no era hombre o joven, las ideas innatas que se quedan entre las tácticas de una poesía y un programa de póquer.
Ahí está, y sigue, compartiendo el frío de la mañana y la ausencia de guindas en la tarta de su abuela.
sábado, 9 de noviembre de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)