lunes, 31 de marzo de 2014

un orden administrativo



Nunca lo he hecho así,  tal vez se me pase en unos meses,  yo mismo me extraño cuando golpeo los folios repetidas veces intentando igualar las hojas, hasta que se queden como recién desempaquetadas,  busco un orden, un orden simétrico, un orden lógico y administrativo. El quita-grapas al lado de la grapadora, el bolígrafo rojo junto al azul y al negro, en una carpeta los asuntos pendientes y en otra los resueltos, unos expediente sobre otros alineados, que no sean más de tres, cuatro se puede aguantar. Tomo nota en colores para diferencias el bien del mal. El teclado del ordenador, si no puede encontrar los noventa grados, consigue los cuarenta y cinco vueltos hacia el sur.Y miro. Me levanto y remiro desde distinto ángulos, sobrevolando con las pupilas mi mesa de trabajo. El cuaderno encima de las carpetas y los pósit amarillos - de dos tamaños - montados en el cuaderno uno sobre otro, no, mejor alineados. En la agenda,  en el margen superior derecho (en rojo), puse algunos trabajos que hacer cada mañana, en el centro subrayo los recuerdos  menos cotidianos del día siguiente.
Resoplo, no estoy satisfecho.
Me doy cuenta de que el único orden es el vacío, el silencio, uno sobre otro, o tal vez al lado, alineados.
Me callo, me marcho, me alejo sin provocar ruido, sin despedirme de mis compañeros, imagino mi mesa,  así. Y, poco a poco, conforme me distancio, lo consigo.