viernes, 19 de junio de 2015

Personal



Llevo días sin desvelos de luna llena - alguno me sorprende si pienso en Madrid en forma binaria - sin viajes bajo los puentes de Broklyn con sus mendigos negros y plata, llevo semanas sin confundir los mirlos con las escobas del alba, sin encontrar alegre un ascensor que me espera en la planta baja, sin notar las ausencias que trinan en las esquinas... llevo un tiempo sin otoñar la mirada.

Mi hija me dice que siempre escribo sobre hojas ocres, de esas que crujen como ramas secas, con melancolía de Navidad y puntos suspensivos extraños... No le falta razón.

Cada pequeño escrito me nace de una frase cruzada y ahora la única que llevo  en los bolsillos de la almohada es la que oí entre pasos de Semana Santa:  cada uno debe aprender a vivir con su dolor. Se ha convertido en un tantra repetido entre página y página.

Y me da que ha sido la última frase de un otoño prorrogado.

 Ahora toca volver, siempre volver, a por otras estaciones, a entrar en el ciclo, a aprender a escribir con hojas verdes y telarañas heladas.

Con un suspiro entre sonrisas empiezo cada mañana.


2 comentarios:

  1. Me gusta lo que has escrito y mas porque me mencionas pero la próxima vez menos melancólico y mas alegre. Para que luego me digas que no te comento nada jejejeje. Besiiitos

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    1. Gracias hija, no te garantizo nada pero lo intentaré. Un besaco

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