viernes, 10 de noviembre de 2017

Castañas



Ya no compro castañas asadas. Volvía, andando y helado, de una comida  de un compañero que se jubila. Me asomé a la ventanilla de este tren estático y me parecieron caras: a 3, 5 y 7 euros  las bolsas. Ya te digo, el tiempo pasa también en euros. ¡Pero olían tan bien!  A música infantil y paseo de vuelta.
Me decidí por la de tres, el castañero la llenó desbordándola, sin contarlas, hablando sin mirarme de que había que mancharse las manos para vender. Estaban en su punto y no encontré ningún gusano al abrigo. Ya no cené.

 Esta mañana me doy cuenta de que aún quedan cuatro. Ya no huelen, ni calientan las manos, pero sigue sonando la música.

vuelta a casa,
las castañas asadas
para mí solo

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