miércoles, 29 de noviembre de 2017


Comenzó a llover ayer y ha seguido toda la noche; una lluvia constante, sin agonía a pesar de la necesidad y la espera.
Y esta mañana el alba remolonea, la luz se confunde con el atardecer.
Desde el coche se escuchaba: el sonido metódico del limpiaparabrisas; a las gotas, romper metálicas en la chapa y rápidas en la carretera.


oyendo la lluvia,
en lo alto de la torre
brilla una luz


Al llegar a La Roda he cruzado por el paseo de los tristes más despacio, siendo conscientes del vibrar del mundo y en como se cuela la naturaleza entre las ventanas y las calles asfaltadas.
Demoro la entrada al trabajo; paso cerca del parque, tentado a bajarme del coche y sumergirme en la mañana.
Hoy se aprecia el otoño con más claridad, los árboles terminan calvos como los hombres: primero pierden hojas parietales, quedándoles - sobre unas imaginarias orejas - algún amarilleo occipital.


Las ventanas agrisadas disimulan la mañana. Ya solo chispea.


por el paseo
con el paraguas cerrado,
ya amanece.





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